Lenguaje
En las fases iniciales de la EH, es frecuente que
estos pacientes no presenten alteraciones de los procesos lingüísticos, lo cual
sí suele ocurrir en otros tipos de demencia. Además, muchas de las alteraciones
lingüísticas que suelen aparecer en los estadios medios y avanzados de la enfermedad
pueden entenderse como el resultado de otros cambios neurológicos y
neuropsicológicos que suelen presentarse en estos pacientes.
Algunos de los hallazgos en sujetos con EH son
trastornos, principalmente, del habla espontánea, con pérdida de la iniciativa,
disartria, alteraciones en la lectura –principalmente como consecuencia de la
disartria–, y problemas de escritura debidos a la presencia de movimientos coreiformes. En los
estadios avanzados de la enfermedad, se ha observado disgrafía construccional
caracterizada por la presencia de omisiones, perseveraciones y sustituciones;
también se han descrito alteraciones en la
organización del sistema lexicosemántico, de la
complejidad sintáctica dentro de su lenguaje espontáneo y déficit en pruebas de
denominación por confrontación y en algunas tareas de comprensión del lenguaje.
Por su parte, se encontró que los pacientes con EH se caracterizaban por
presentar una menor producción de palabras, una reducción del nivel de
complejidad sintáctica, de la línea melódica, de la longitud de la frase, de la
agilidad articulatoria y de la forma gramatical, así como también un incremento
de los errores parafásicos y una dificultad para encontrar palabras (8). Como
conclusión, estos investigadores consideraron que, a medida
que se producen alteraciones neuropatológicas a través de las estructuras del
neoestriado (núcleos basales caudado y putamen), se verifican las alteraciones
lingüísticas señaladas anteriormente.
Percepción
Se ha descrito que en la EH es frecuente encontrar
alteraciones en el control del movimiento voluntario de los ojos, y
principalmente en los movimientos sacádicos; sin embargo, el rastreo ocular, la
estimación de la distancia y la atención visual suelen preservarse. Uno de los aspectos en el que
los pacientes con EH presentan mayores trastornos es en las tareas de
manipulación del espacio personal.
Rouleau et al (9) realizaron una investigación con
tres grupos de sujetos: uno con EH, otro con EA y un grupo control de sujetos
ancianos, con el fin de analizar tanto cualitativa como cuantitativamente la
ejecución de cada uno de estos grupos en el test del dibujo del reloj. Los
resultados mostraron que, cuando la prueba se realizó por orden verbal, tanto
los pacientes con EH como los sujetos con EA presentaron déficit significativos
en comparación con el grupo control. Cuando se analizó cualitativamente la
ejecución de los dos grupos con demencia, se encontraron varias diferencias:
los pacientes con EH se caracterizaron por presentar un número mayor de dificultades
gráficas, en contraste con el número mayor de errores conceptuales que
presentaron los sujetos con Alzheimer, lo cual se relacionaba con la gravedad
del cuadro demencial. Se concluyó que los trastornos visuoconstructivos son
frecuentes en los estadios iniciales de los sujetos con EH y EA, pero que, sin
embargo, son diferentes tanto cualitativa como cuantitativamente.
Por otro
lado, Jacobs sugiere que los enfermos de Huntington presentan trastornos de
percepción afectiva y de identificación de caras de personas no familiares.
Otra investigación encontró un deterioro significativo en la prueba de
emparejamiento de caras no familiares y un marcado deterioro en las tareas de
discriminación entre diferentes emociones, como enfado y miedo, así como una
incapacidad para reconocer la emoción de asco, lo cual fue más evidente a la
hora de reconocer dicha emoción en otras personas que en ellos mismos.
Funciones ejecutivas
En la
actualidad, gracias a los grandes avances que se han podido realizar en el campo
de las neuroimágenes y la neuropatología, se sabe que la corteza frontal
presenta una gran cantidad de conexiones con diferentes estructuras, como son
los ganglios basales, el tálamo, la amígdala, el córtex entorrinal y el
hipocampo [79,80], y que las lesiones a lo largo de estas conexiones o
circuitos serían las responsables de muchas de las alteraciones cognitivas
(córtex prefrontal dorsolateral) y emocionales (córtex orbitofrontal y cingulado
anterior) que suelen observarse en varias enfermedades
neurodegenerativas.
La EH, como se ha indicado con anterioridad, se caracteriza principalmente por
una afectación del neoestriado, es decir, de los núcleos caudado y putamen. En
una investigación realizada por Méndez et al (10) sobre 12 pacientes que presentaban
lesiones en el núcleo caudado, se observó que algunos de los principales
cambios que desarrollaban estos sujetos fueron apatía, desinhibición o
trastornos afectivos mayores, y los cambios cognitivos más evidentes fueron en
las tareas que requerían habilidades de planificación y secuenciación; también
se encontraron trastornos en el volumen (span) atencional, así como una
disminución del rendimiento en las pruebas que evaluaban el recuerdo libre en
tareas de memoria episódica y semántica, en contraste con una buena capacidad
de reconocimiento en las pruebas de memoria. Todo ello, según estos
investigadores, es similar a los cambios tanto cognitivos como de
comportamiento característicos de los sujetos con EH en estadios iniciales, y
se ponen entonces de manifiesto alteraciones en las funciones de las que son
responsables los circuitos que van desde el lóbulo frontal al núcleo caudado,
el tálamo y viceversa.
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